Queridos amiguitos, el otro día (cuando digo otro día pueden ser días, semanas, meses o años mil) estuve en plan
Mystery Shopper para compartirlo con vosotros.
La historieta es que me compré dos groupones para hacerme dos tratamientos de belleza en un mismo centro. Por lo que contaban sería la experiencia de mi vida en un mega salón estético distinguido bla bla bla. Me llegaron los cupones y yo llamé tan happy al sitio,
Drakefor, el nombre me daba un poco de miedo porque más que de belleza parece que te van a chupar la sangre o algo, pero estaba en buena zona y la página web tenía buena pinta. Por teléfono muy bien, me dieron las citas seguidas en el mismo día para no tener que ir hasta el fin del mundo dos días, etc. El fin de mundo en este caso está en el Barrio de Salamanca, con todo el glamour, pero yo no vi nada glamuroso lamentablemente.
Nos habían citado a tropecientas a la misma hora. La recepcionista no veía que yo tenía dos citas y medio discutió conmigo para luego, con cara mohína, confirmar que yo tenía razón, pero con muy malas pulgas. ¡Error!! la recepción es la primera imagen con la que se encuentra el cliente, y, si la recepcionista es una agria ya empiezas con mala sensación pensando que de ahí no puede salir nada bueno. Estábamos todas sentadas, waiting que te waiting, y mientras leía el
Vogue apareció algo así como el dueño hablando por el móvil y acompañado de un proveedor. Yo esperaba que se fuera a su despacho o algo parecido, donde haga las cuentas y demás, pero no que se sentaran allí con nosotras y discutieran sobre temas que a mí, sinceramente, me importan un pito o dos. Al rato y aburrida de éstos dos, me llamaron para mi primer tratamiento. Entré en una sala con dos camillas y un sofá, en la que estaba otra vez el dueño sentado en el sofá hablando con una empleada diciendo que ya lo arreglarían. Ni perdón, ni lechugas, hablaron un rato más y se fueron, mientras yo estaba allí plantada de pie como una seta. Entre las dos camillas había un biombo. Mientras me quitaba los pantaloncillos, entró otra clienta para hacerse un tratamiento en la camilla de al lado y no hubo intimidad ni nada parecido, allí que le enseñé mis bragas blancas con puntilla sin pudor, las dos muertas claro. Al final terminamos hablando porque el biombo sólo nos llegaba hasta los hombros y era inevitable que no nos viéramos la cara. ¡Qué fatal!!. Posteriormente me hicieron el segundo tratamiento, un alisado con keratina. Allí llegaron dos tipos que nos miraron con cara de asco, que nos explicó uno de carrerilla en que consistía, porque la mía no abrió la boca, terminó y como vino se fue, con la misma pokerface.
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Me estás tirando del pelo so p ... aahh! ¿de verdad? |
Conclusión, por muy bien que se quede el pelo, ni lo recomiendo, ni volveré a ir por lo antipáticos que son y mala imagen que dan, tanto ellos, como el local. Todos menos la chica que me hizo el tratamiento de estética, la pobre es muy maja, la única, pero la tenían haciendo los tratamientos a pares, creo yo que un pelín explotadilla por lo que pude observar.
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